Wednesday, November 07, 2007

RIOT / GLASS SPIRES

23 de octubre de 2007. Sala Heineken

Los pocos, no más de ciento y pico, que nos dimos cita el pasado martes 23 de octubre en la céntrica sala Heineken de Madrid tuvimos el privilegio de asistir a una de las descargas más crudas y auténticas de la temporada de la mano de dos entregadas formaciones que pusieron todo de su parte sobreponiéndose a más de un inconveniente. Sobre todo y como comentaba a la escasez de público, seguramente motivada por lo poco apropiado de la fecha entre semana, al aluvión de conciertos que nos invade en la capital, y a la cercanía del final de mes, aunque sin duda era de lo más asequible. Y quiero destacar a las dos bandas, ya que ambas tuvieron un gran mérito.

En primer lugar los madrileños GLASS SPIRES, que pese a su bisoñez y poco recorrido hasta la fecha, además de practicar un estilo complejo y alejado de los seguidores del cabeza de cartel como es el metal progresivo, le echaron un par de atributos y sacaron adelante su actuación con una más que digna nota. No se anduvieron con experimentos ni tuvieron ningún reparo en presentar más de tres cuartas partes de su debut discográfico homónimo, auto editado, auto financiado, auto promocionado, en fin que se lo han currado todo ellos, y que defendieron con clase y calidad, aunque quizá con algo de distancia respecto al público, a pesar de que una buena cantidad de seguidores de la banda se dieron cita en la sala para apoyarles haciéndose notar a lo largo de su actuación. Desde que comenzaron con “The Sweet Skin Of Evil” sobresalió la desafiante y personal voz de Samuel Gómez que tomaba las riendas de las operaciones dando tono al torrente de notas que salían de las manos del guitarrista Guillermo Vázquez, a la contundente base que forman el bajista Miguel Lezcano y el batería Angel Fernández-Caballero, y de las melodías, algo oscurecidas al principio, del teclista Dani Martín.

A partir de “The Grief”, en la que se relajaron un poco tras la aplastante “Blood Perversion”, se solucionó el sonido de las teclas y Dani empezó a brillar junto a sus compañeros de escenario. Fueron cayendo los temas, “Belileve”, “Hate And Tje Blame”, el primer single “Faith” que sonó realmente bien, y las finales más extensas “Stay On” y “Glass Spires” en las que se explayaron cerrando una buena muestra del talento de esta joven formación, aunque quizá no era el entorno más idóneo para ello, y aun así supieron estar a la altura.

Volvían a España haciendo una extensa gira uno de esos grupos que acaba siendo de culto, no se muy bien si por lo limitado de su promoción, pero que en cualquier caso por calidad, actitud y bagaje discográfico poco o nada tiene que envidiar a otros nombres mucho más consagrados entre el gran público. Y es que los neoyorquinos RIOT volvieron a dar una nueva clase de lo que debe ser un buen concierto de hard rock - heavy metal de la vieja escuela, sin concesiones a la galería ni florituras estériles, sólo a base de entrega, caña, buen hacer musical y calidad tanto vocal como instrumental.

Y eso que el líder y único miembro fundador que permanece en la formación desde sus inicios a finales de los 70’s, el guitarrista Mark Reale, tenía una fiebre de consideración y apenas podía gesticular con su pálida tez. Aun así salió a las tablas de la Hieneken, importándole bien poco que hubiera 100 o 100.000 personas viéndole y dando una soberbia demostración de feeling y garra con su gibson negra, junto al no menos brillante Mike Flynzt que ya me gustó mucho en su anterior visita al Foro y que refrendó su tremenda clase como hacha. Otro que se superó fue el vocalista Mike Tirelli, (esperemos que ya definitivamente en la banda tras la salida de Mike Dimeo a Masterplan), marcándose, poses sospechosamente modositas aparte, un pedazo de concierto llegando con potencia y poderío a todas y cada una de las notas de los variados registros que marcaban los versátiles temas que compusieron el show. En esta ocasión el bajista Pete Pérez paso más desapercibido (le dejaron hablar menos), aunque cumplió perfectamente su labor, al igual que el batería Frank Gilchriest que pusieron la solidez necesaria y precisa en cada momento.

Abrieron fuego sin avisar, con la cañera instrumental “Narita”, preludio perfecto para los dos únicos temas que cayeron de su última entrega “Army Of One”, además dos de los mejores en mi opinión, “The Mystic” y “Blilnded”, ambas sonando incluso más cañeras que en el disco y con ese punto Rainbow endurecido que con tanto gusto saben darle a algunos de sus temas. A partir de aquí recorrido prácticamente por toda su discografía, con especial recuerdo para su trabajo con mayor repercusión al menos en España, “Thundersteel”, del que cayó en primer lugar la potentísima “Johny’s Back”, siguiendo con dos pelotazos de “Sons Of Society”, el propio tema título y “Twist Of Fate” que sonaron magníficos. “Glory Calling” y “Road Racing” continuaron la buena senda, para desembocar en dos de los momentos álgidos de la noche, la macarra a más no poder “Swords & Tequila” y la tremenda llena de feeling “Flight Of The Warrior” que nos hizo saltar y corear.

No se alejaron de esta onda con las dos piezas que nos ofrecieron de mi disco favorito del grupo, “Inishmore”, de nuevo con ese regusto Blackmoriano que se puso de manifiesto en “The Man” y sobre todo en la fantástica “Angels Eyes” en la que Tirelli empezó su exhibición final, continuando las rompecuellos y complicadísimas de cantar “Thundersteele” y “Dance Of Death” que supusieron una descarga total de adrenalina y toda una demostración de poderío vocal. Los bises, absolutamente clásicos con “Outlaw” y “Warrior” con subida al escenario incluida para acompañar en los coros de un par de chicas del público y del guitarrista de Glass Spires Guille, acabaron de rematar una espectacular faena que nos dejó más que satisfechos a todos los presentes que premiamos con una sonora y prolongada ovación el esfuerzo y calidad del grupo. Esperemos que sigan así por mucho tiempo, y que la próxima vez que caigan por aquí obtengan la respuesta de público que se merecen.

Texto: Mariano Palomo

Fotos: Diego L. Pérez

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