Thursday, July 20, 2006

VIA JAZZ 2006

Un año más Collado Villalba pone en marcha su particular festival de “Jazz”, en su cuarta edición. Y lo hace con el indudable ánimo de la mejora. Lo primero que impacta al asistente es una exquisita y cuidada producción, con alfombra roja para el público asistente incluida, moqueta en todo el recinto, y unos precios que se podrían catalogar de normales, lo que nos entusiasma, teniendo en cuenta los atracos a los que nos vemos sometidos en demasiadas ocasiones. Además servidor tuvo el placer de poder disfrutar de una pequeña carpa para prensa en la que disponíamos de ordenadores con Internet (lo que resulta muy útil, tanto para enviar crónicas, como para buscar información de interés personal sobre el evento). Han sido cuatro intensos días de música, en los que hemos podido disfrutar de más jazz que en otras ocasiones, lo que es de agradecer, pero también de una buena dosis de blues, soul y rock’n’roll.

MIÉRCOLES, 5 de julio de 2006

A pesar de las prometedoras expectativas, tuvimos que lamentar el nefasto comienzo que supuso tragarnos la actuación del humorista televisivo Mariano Mariano, al que nos vendieron como un “excelente cantante de blues, con acento de copla y alma rockera”. Nada más lejos de la realidad. Sin duda el caballero en cuestión se subió al escenario con la mejor intención, pero el nivel de interpretación fue tan bajo que quedó en evidencia en la primera canción, granjeándose poco a poco el desinterés del público, que acabó convirtiéndose en abucheos. Eso sí, acompañado de una excelente banda, entre los que quisiera destacar a Carlos Porteiro y a Nono García, si bien no tuvieron el protagonismo que se merecían.
Gracias a Terpsícore y Melpómene (musas griegas de la música y la danza), no hubo más “marianomarianos”, y el siguiente artista en subirse a las tablar del Vía Jazz fue Donna Hightower. Esta joven de 79 años conoce más que de sobra nuestro país y nuestro idioma, pues no en vano estuvo residiendo y desarrollando su arte en nuestra tierra por espacio de unos diez años. Ella fue la homenajeada del festival este año, y recibió un premio a toda su carrera, entregado por BB King entre bambalinas. Un espectacular concierto de auténtico jazz, lleno de calidad y calidez, que yo hubiera preferido disfrutar en un lugar cerrado y más pequeño. Pero a pesar de que parte de la magia que desprende esta genial intérprete se difumino en la colosal noche de tan magno evento, los que más cerca pudieron ubicarse del escenario, seguro que disfrutaron de lo lindo con su magnetizante forma de cantar.

Finalmente, como gran estrella de la noche... el rey del blues... Mr. BB King. Bastante envejecido, celebra su ochenta cumpleaños haciendo su última visita a Europa. La edad no perdona, por lo que esta era la última oportunidad de ver al gran genio junto a su inseparable Lucille, cuyo sonido nos hizo vibrar y emocionarnos como solo este gran maestro sabe hacer. Público de todo tipo y condición que iba desde lo más pijo de la sierra hasta lo más heavy de Vallekas (camisetas de Purple, Zeppelin, ¡Cannibal Corpse!, incluso del Pub La Jungla, al que servidor acude con cierta regularidad). Una mezcla perfecta entre sus blues más sensibleros, y momentos de vibrante rhythmn and blues, cuando no de puro rock’n’roll, envió nuestras mentes al mundo de lo irreal... (¿En serio estoy aquí? ¿Esto me está pasando de verdad?), mientras los cuerpos no paraban de moverse al son de unas notas musicales que hablaban de amor, recuerdos y intensa emotividad... sucedió lo que nunca había visto en este festival... se acabó la bebida en el bar...

VIERNES, 7 de julio de 2006

El jueves actuaban Randy Crawford y Joe Sample, y Wayne Shorter, pero lamentablemente me vi obligado a no asistir por problemas logísticos. Sin embargo, sí me personé el tercer día, en la enmoquetada localización serrana, para asistir a otro triple concierto, aunque en esta ocasión con la incógnita de no saber muy bien lo que iba a ver. Con un retraso más que exagerado (los rockeros estamos desgraciadamente acostumbrados a estas cosas), se subieron al escenario Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, más fácilmente llamados C.R.A.G. Cuatro músicos que editaron un disco en 1975 titulado “Señor Azul”, y que no habían vuelto a hacer nada bajo esta denominación hasta ahora. Era la primera vez que se subían a un gran escenario, pero esto no se notó en una actuación llena de soltura y tablas. Tuvieron tiempo de gastar “cienes” de bromas, mientras interpretaban muchos de los temas que contenía aquel legendario vinilo, con sonidos que ubiqué entre los primeros Asfalto, La mandrágora, ó el delicioso pop ochentero de Los secretos. Con letras llenas de mensaje, ironía, y cierta dosis de protesta social, absolutamente protagonistas de su música, encandilaron a un público que no iba a verles a ellos.


A la hora en la que debería haberse subido Al Jarreau, lo hizo Fourplay. Lo de estos chicos es fácil de explicar. Cuatro absolutos maestros instrumentistas, superdotados de la interpretación, que dieron un completo “clinic” cuádruple sobre como tocar bien sus instrumentos. Quedaros con estos nombres: Bob James a los teclados, Nathan East al bajo y la voz, Larry Carlton con la guitarra, y Harvey Mason en la batería. Un interesante repaso a su carrera, iniciada hace quince años, que sirvió para que conociéramos como se las gastan en directo estos genios que yo he tenido el placer de descubrir y admirar hoy, pero para siempre. El jazz eléctrico más puro que puedas conocer, lleno de improvisación y frescura, adornado con mil y una florituras de cualquiera de los cuatro instrumentos, que en ocasiones se convertían en auténticas batallas técnicas en las que los músicos se iban pasando el marrón de demostrar que podían hacerlo mejor que el compañero. En ocasiones con reminiscencias bluseras, o con ritmos jazzeros más clásicos, y melodías de una elegancia y estilo inconmensurables, mantenían a las miles de personas que allí nos encontrábamos boquiabiertos y en silencio absoluto... para estallar en atronadores aplausos que dejó más de una mano dolorida. Simplemente espectacular...
Tras lo contado... a las tantas de la noche, un día laborable, con la gente muy cansada... menudo papelón para Al Jarreau. Este monstruo de la voz, cuyas cuerdas vocales son un verdadero instrumento de viento, puso toda la carne en el asador. Sus geniales escalas vocales recorriendo arriba y abajo, hasta extremos imposibles, el pentagrama que tiene por mente, consiguieron erizarnos la piel. Aunque también pudiera ser el fresquito nocturno serrano. La cuestión es que la mayor parte del público no resistió todo el recital de Mr. Jarreau. Los retrasos iniciales, fueron a mi modo de ver, los principales responsables de esta pequeña decepción. Quizás un set list algo menos lento, menos jazz, hubiera ayudado. En este día también vi rockeros disfrutando del evento (un fan de Saxon disfrutando de Al Jarreau, entre otros), lo que menciono sabiendo que sois vosotros quien leéis estas líneas.

SABADO, 8 de julio de 2006




No lo niego... esperaba aburrirme de lo lindo ante los rumores sobre su concierto en Valencia. Hablo de Bob Dylan. Un personaje que lleva sin voz tanto tiempo que pocos recuerdan cuando cantaba bien (si alguna vez lo hizo), subido en su propio olimpo de músico endiosado, lejano a la plebe... había que verle al menos una vez en la vida, y este fue mi momento, a pesar de las fundadas dudas que me acechaban. Exigió ser único artista en este día, y a las nueve en punto comenzaba a sonar la intro que daría inicio a su actuación. Cuando por fin se subió al escenario, mis miedos comenzaron a hacerse realidad... a medias... por una parte resultó molesto que no se dignara ni a mirar a las casi diez mil personas que allí nos encontrábamos... ¡ni un triste hola para la gente sin la cual él no cobraría ni un duro!... Sin embargo me sorprendí gratamente al verle rodeado de una potente banda, que puso al público a votar desde el principio. Público facilón (que todo hay que decirlo) seguramente conocedor de la particular personalidad del elemento en cuestión, se dejó llevar por una descarga más rockera de lo esperado, sin tener en cuenta los negativos matices que “adornan” al minessotano (¿se puede decir minessotano?) personaje. Stuart Kimball y Dennis Freeman a las guitarras, Tony Garnier al bajo, George G. Recile en la batería y Donnie Herron en los vientos fueron los responsables de que hoy estemos hablando de un recital de Dylan impresionante. Mientras Bob se comía con los ojos su teclado, al que trató demasiado amablemente, y recitaba con su penosa garganta cada canción, la banda dio cuerpo a cada tema para convertir la noche en inolvidable. Debo reconocer la indudable habilidad de Dylan para rodearse de la gente apropiada... esto también es un mérito y hay que reconocerlo. Resultó difícil reconocer alguna canción, pero te puedo mencionar entre las ausentes “Blowin’ the wind”, y entre las que sonaron “Mr. Tambourine”, y “Like a rolling stone”, así como “All alone the watchtower”, que interpretaron al modo Jimmy Hendrix... (ó así me lo aprendí yo)... que, seguida de unos espléndidos fuegos artificiales, dieron por concluida las dos inolvidables horas de Dylan en directo. Ya tengo algo más que contarles a mis nietos... je, je, je...

Carlos Treviño Cobo

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