2 de octubre de 2005. Sala Ritmo & Compás
Todavía mantenía el recuerdo en mi memoria de la enorme actuación de estos daneses hace tres años en su anterior visita a Madrid junto a sus compatriotas Pretty Maids, y les esperaba con mucha expectación. Algo que por lo visto, me ocurrió a mí y a muy pocos más, apenas un centenar de fieles que asistimos a la exhibición de estos fenómenos. Se pondrán como excusas las de siempre, la saturación de conciertos (el día anterior tuvo lugar el accidentado show de Glenn Hughes), su correspondiente desembolso económico (20€ no son un exceso, pero sumados a todo lo que viene este mes se pone en un pico), o la fecha elegida (un domingo, algo que se está empezando a convertir en peligrosamente habitual). Pero en cualquier caso no creo que fueran suficientes argumentos para la ínfima cantidad de público que acudimos a Ritmo & Compás, en relación a la inmensa calidad de ROYAL HUNT. Todo empezó con bastante retraso, de hecho estaba prevista la actuación de los progresivos Ivanhoe abriendo los shows, pero fechas antes se canceló su aparición, y entre unas cosas y otras la historia empezó pasadas las diez de la noche cuando estaba anunciada para antes de las nueve. Desde un principio vimos que aquello iba a ser un conciertazo, antes incluso de la salida a escena de los músicos. El escenario estaba decorado con unos sencillos pero efectivos telones desde el suelo hasta el techo del local con el logo del grupo y la portada de su último disco “Paper Blood”, con unas luces justas y sobre todo con una ocupación de las tablas absoluta por parte de los instrumentos, tanto de la batería del reingresado en el grupo Kenneth Olsen como de los teclados de André Andersen, los pies de micro del vocalista John West, el guitarra Marcus Jidell, del bajista de House of Shakira recientemente incorporado a la formación Per Schelander, y de la sorpresa de la noche, la preciosa Maria McTurk en la segunda voz y coros.
Empezaron con una breve intro grabada que dio paso al tema título de su nueva obra “Paper Blood” que ya sonó atronador, al tiempo que limpio y técnico, con un
John West increíble en sus tareas vocales, poniendo una calidad y una pasión enormes, poco parecía importarle estar tocando para cien, lo hacía como si estuviera ante cien mil. Algo que mantuvo a lo largo y ancho de su actuación, bien ayudado por la señorita
McTurk en algunos tema como el mencionado, y por
Mr. Jidell y
Mr. Schelander en la mayoría de los mismos. A todo esto, empezaba a quedar claro quien mandaba en el combo, el impresionante, tanto visual como musicalmente,
André Andersen. Para empezar colocó su set de teclados ocupando prácticamente la mitad de la parte central del escenario junto a la batería de
Olsen, y no paró de gesticular, bromear y sobre todo tocar como un auténtico maestro durante la hora y media larga de actuación.
En cuanto al repertorio, fue prácticamente un grandes éxitos repasando todos sus trabajos, desde aquel sorprendente
“Land Of Broken Hearts” de hace ya once años, hasta el último
“Paper Blood”. Estructuraron perfectamente su actuación, metiendo tres piezas instrumentales en medio del set, teniendo todo estudiado y preparado al detalle (hasta los papeles con los set lists estaban plastificados y fueron recogidos al final). Pero esto, ni hizo que fuera un show cuadriculado ni estático, ni restó absolutamente nada de complicidad y entrega de todos los músicos con el público madrileño. Especialmente activos se mostraron el líder
André Andersen y el bajista
Per que parecía llevar toda la vida en el grupo, cuando es un recién llegado.
“Time” y “The Mission” fueron calentando al personal. Puntos álgidos antes de la primera instrumental fueron, “Never Give Up” contagiosa a más no poder, la cañera “Can’t Let Go” en la que se lució el guitarrista
Marcus Jidell y única que rescataron de su irregular
“Eyewitness”, o la pegadiza y hard rockera “Cold City Lights” que sonó de escándalo, como si hubiera un orfeón haciendo los coros, brutal. El pequeño interludio instrumental vino con “Martial Arts” que sirvió como intro a “Surrender”, otro buen corte más reciente, que fue seguido por la épica “Running Wild” y la relajada “Far Away” en la que
John West se exhibió antes de irse a descansar y ceder el protagonismo al siguiente duelo instrumental, de la mano de
Jidell con su gibson y
Andersen con su teclado colgado al hombro al más puro estilo J.C. Molina.
Parte final antes de los bises con la acelerada “Lies”, “Wasted Time” tremenda una vez más con esos teclados que se te meten en la cabeza y no hay manera de sacarlos, y la acelerada “Message to God” en la que
Andersen no paró de gesticular como pidiendo explicaciones a alguien allá arriba; y a todo esto sin parar de abrazarse y reír con
John West que siguió enorme hasta el final.
Volvieron a salir casi inmediatamente, para retomar la recta final con un potpurrí instrumental, que engancharon con la también instrumental “SK 983” (parece mentira que esta pieza haya sido escrita en una servilleta de papel de un avión, según nos dijo Andersen), y que cerraron definitivamente con la relajada “Epilogue” de “Clown In The Mirror” y que puso un inmejorable cierre a un memorable concierto. Todos los presentes salimos absolutamente satisfechos, tanto público como músicos. Sólo me queda decir a los que no fueron, que lamentablemente ellos se lo perdieron, y que si les gusta la buena música y Royal Hunt vuelven por España no duden en ir a verlos. Buenísimos.
Mariano Palomo
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